El talento no descansa, pero a veces necesita pausa. Kendry Páez, una de las mayores promesas del fútbol ecuatoriano, aprovechó el parón de Navidad y Fin de Año para viajar a Emiratos Árabes Unidos, donde disfruta de unas cortas vacaciones junto a su familia, en medio de un contexto complejo en Francia, donde su presente en Racing de Estrasburgo ha generado críticas por su rendimiento y la falta de minutos en el terreno de juego.
Con apenas 18 años, el mediocampista publicó imágenes en sus redes sociales desde el desierto, acompañado de familiares, mostrando una faceta más íntima y humana del jugador, que busca desconectarse y recargar energías antes de volver a la competencia europea.
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El volante, que llegó al club alsaciano como una apuesta de futuro, ha tenido una temporada irregular, marcada por la competencia interna, su adaptación al ritmo físico de la Ligue 1 y la limitada participación en partidos oficiales, lo que encendió el debate mediático en torno a su desarrollo.
El prestigioso medio francés L’Equipe informó que Páez podría no terminar la temporada en Estrasburgo, ya que el club estaría evaluando una cesión desde mediados de 2026 para garantizarle continuidad competitiva y mayor rodaje. Su contrato con el Racing finaliza en junio de 2026, tras lo cual deberá regresar al Chelsea, dueño de su pase y club con el que firmó pensando en su crecimiento a largo plazo.
A pesar del ruido externo, el caso Páez se alinea a una realidad habitual en Europa: jóvenes talentos sudamericanos que necesitan tiempo para adaptarse, competir y explotar su potencial. El ecuatoriano es parte de una generación que ha dado pasos gigantes en el último ciclo, y aunque el presente exige más, su proyección sigue intacta.
Ahora, desde el desierto árabe, Kendry toma aire. El fútbol lo espera. Y el 2026 podría ser, otra vez, el año donde su nombre vuelva a hablar dentro de la cancha.


